El proyecto de este edificio fue redactado por los arquitectos Miguel García Lomas y Somoano y Jesús Martí Martín en noviembre de 1929, para D. Cecilio de la Vega y Concha.
Estos arquitectos colaboraron en varios proyectos de Madrid, uno de ellos en Gran Vía 22 anterior al que nos ocupa, cargado de elementos decorativos y entre otros, uno posterior a éste radicalmente racionalista de gran belleza en la esquina de Alcalá con Goya.
El que nos ocupa ya tiende al racionalismo presentando una decoración muy simple basada en la variación de materiales, ladrillo y piedra y texturas: ladrillo a hueso en el recuadro central y con llaga cada dos hiladas rodeando éste. El conjunto se remata con estrechas bandas verticales de piedra en las medianerías y plantas de coronación del mismo material. En el proyecto se aprecia una mayor intención decorativa pues se dibujan en él unos bajorrelieves en la coronación del cuerpo central que no llegan a ejecutarse.
En 1960, se proyectan con escasa fortuna dos plantas más en el edificio según proyecto de Manuel Herrero Palacios y se reforma su interior.
Esta reforma se plantea con sensible retraso ya que a partir de los años cuarenta se realizaron ampliaciones en varios de los edificios más antiguos de Gran Vía; estas ampliaciones fueron posibilitadas por el Ayuntamiento que permitió alcanzar con la edificación en el plano de fachada hasta los 35 metros del ancho de calle que autorizaba en los edificios más modernos aunque éstos debían pagar un canon proporcional a la superficie de parcela y a la altura que sobrepasaba los 25 metros iniciales. Estas ampliaciones en casi todos los casos y el presente es uno de ellos, perjudicaron la composición inicial de los edificios.
El destino inicial de éste eran bajos comerciales y viviendas en número de dos por planta.
La parcela, alargada, tenía un quiebro central y en ella se dispusieron tres patios en este eje quebrado, en el primer cuerpo se dispuso un patio cuadrangular centrado, en uno de cuyos lados sobresalía la curva de la escalera principal compensada. Otro eje en la charnela del quiebro y otro al final del que iluminaba la escalera de servicio.
En el proyecto se disponen ocho plantas incluyendo la baja y en la realidad, como queda dicho, se ejecutaron dos más de las proyectadas.
Su interior está completamente transformado, paramentos revestidos con aplacados, pavimentos modernos etc., no presentando elementos de interés destacables debido en gran parte al uso intenso que tienen los locales instalados en plantas de pisos.
Sí conserva las hojas de portal originales de una simplicidad acorde con el edificio original.
Este ejemplar es, en suma, un escueto y valorable ejemplo de la tendencia racionalista del momento ejecutada con delicadeza y sencillez, marcando la línea que de modo más elocuente sus arquitectos desarrollarían en edificios posteriores.
