Los primeros datos conocidos sobre este inmueble fueron publicados por Tomás Borrás en ABC el 7 de mayo de 1931, y apuntaban que "al lado del que eleva el Sr. Carrión" estaba ya en construcción un edificio de "once pisos, con hotel, teatro y café", en un solar "entre las calles de Silva y Jacometrezo y la avenida de Dato" que pertenecía a Julio Montesinos, Francisco Somolinos y Juan José Guerra. El proyecto había sido realizado por los arquitectos Bernardo Giner de los Ríos y Cayetano de la Jara con una sala de espectáculos de 1.500 localidades que llevaría el nombre de Capitolio precediendo al cine del inmueble contiguo , y cuyo escenario "de gran capacidad", la haría adecuada para "las grandes revistas, la ópera, etc."; estando prevista su inauguración "a mediados" de 1933.
Sin embargo, este proyecto nunca se llevó a término si es que llegó a iniciarse , dividiéndose el terreno entre el actual Hotel Rex y el que nos ocupa, que al igual que su vecino no se edificó hasta la inmediata posguerra; aunque desconocemos la autoría y las fechas exactas de proyecto y ejecución, que a juzgar por otras fuentes puede ser atribuido al arquitecto José María Plaja Tobía; constando que en septiembre de 1944 ya estaba a punto de terminarse, inaugurándose en el bajo el 28 de mayo de 1945 el local de los Almacenes Capitol, S.A., diseñado el año anterior por el arquitecto Antonio Cámara Niño, con secciones de camisería, "medias", bisutería, papelería, juguetería y objetos de regalo, bolsos y artículos de viaje, perfumería y droguería, y menaje del hogar; mientras que los pisos superiores se destinaban a apartamentos y locales de alquiler, en los que se instalaron negocios como la Editorial Tesoro o la Academia Pérez de Lema "de enseñanzas mercantiles".
La fachada presenta una disposición muy sencilla y todavía tradicional, con dos tiendas flanqueando el portal en el zócalo comercial de doble altura, un cuerpo principal de siete plantas con cinco vanos destacados mediante simples recercados cada una, que en el ático de coronación se separan por pilastras sin basa ni capitel, con un fondo de ladrillo visto en los extremos, sobre los que se levantan en el sotabanco retranqueado dos torreones enlazados por una pérgola de hormigón. Por último, hay que destacar las bonitas vidrieras todavía de estilo decó que adornan las ventanas de la escalera; aunque, en cualquier caso, se trata de una pieza de un interés muy relativo más allá de formar parte de un conjunto tan singular como la Gran Vía madrileña.
