Desafortunadamente, este es uno de los casos en los que no se conserva la documentación del primer proyecto por lo que no podemos datar el original de modo fehaciente. En "La Construcción Moderna", Año XXVIII, nº 12. 30 junio 1930 lo atribuye al arquitecto Ignacio Aldama y de hecho hay referencias en el Colegio Oficial de Arquitectos de que en 1940 realiza junto con Rafael Aldama, una tasación de desperfectos y en 1941 obras de reforma en el edificio junto al arquitecto Rafael Martínez y Figuera, lo que abundaría en su autoría. Estas obras podrían deberse a la reparación de desperfectos sufridos durante la guerra civil en esta zona fuertemente castigada y a la misma podría deberse la imagen del Sagrado Corazón que la decora. El mismo Ignacio Aldama construye otros edificios en Gran Vía, como el nº 51 en la esquina con San Bernardo, aunque el que nos ocupa es de una sencillez compositiva poco característica de ese autor.
Su construcción data de ese año 1930 o del siguiente como todos los de la manzana a la que pertenece y que aparece completamente finalizada en la imagen de 1932 en que el frontero Rialto de llamó Astoria; su composición sigue pautas del estilo ecléctico imperante con detalles y reminiscencias Art Decó en las entrecalles verticales entre huecos y en los detalles que remarcan en planta segunda los dos huecos centrales, el central más importante con un bajorrelieve que representa el Corazón de Jesús. Las plantas baja y primera se unificaban con un orden de pilastras dobles, perdidas en planta baja por sucesivas modificaciones, que remarcaban el uso común original de estos locales en ambas plantas. En las puertas de cerrajería originales que aún se conservan, se leen las iniciales "I" y "L".
La composición de fachada es correcta y sigue las pautas habituales con sus dos paños laterales de ladrillo con huecos recercados de piedra y cuerpo central de revoco con soluciones decorativas en la barandilla de planta primera y coronación de balaustres pétreos, detalles neobarrocos que se repiten en la mayoría de los edificios coetáneos.
La fachada trasera a calle de Flor es sencilla, de ladrillo visto, destacando en ella el basamento de revoco en planta baja y primera y el remate en planta segunda que remarca los dos huecos centrales con un balcón curvo volado de cerrajería de estilo decó, de la misma factura que la del portal principal.
La coronación de esta fachada se ejecuta en la última planta con revoco claro y como única decoración unos tarjetones rehundidos entre los tres órdenes de huecos.
La distribución se resuelve en torno a un patio central en el que se sitúa el núcleo de ascensores.
El edificio sufrió en 1995 una profunda transformación conceptual y decorativa para adecuarlo al uso actual de apartotel, habilitando el bajocubierta como espacio utilizable para este uso.
Este proyecto de reestructuración fue suscrito por los arquitectos Pablo Aldaz Barreda y Ricardo Martín-Esperanza. En él se menciona la existencia de la estructura original metálica roblonada que se mantuvo íntegramente y se plantea la demolición total de la división original de oficinas para transformar el uso en el de apartotel. Se instalan dos ascensores panorámicos en el patio central existente y se varía el trazado de la escalera de acceso para crear una entrada directa a planta primera donde se sitúa la recepción del hotel eludiendo los espacios destinados en planta baja y parte de esta primera, a uso comercial. Sí se mantuvo el espacio que albergaba la escalera primitiva, así como sus ventanas y las cristaleras emplomadas diseño y ejecución de Maumejean.
Como sucede en otros ejemplos de la Gran Vía, el planteamiento de las reformas y sus acabados interiores están al servicio el nuevo uso desvirtuando la arquitectura original.
En suma el edificio no destaca en el conjunto de este tramo final de la Gran Vía y como muchos de los que en él se encuentran, es de un discreto eclecticismo, habida cuenta además de las profundas transformaciones sufridas en su aspecto urbano por la implantación de locales comerciales con estética propia que desvirtúan el conjunto.