Hotel Metropolitano

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Este inmueble de viviendas de alquiler fue promovido por el Colegio de Escoceses de Valladolid en un solar de 645'41 m2 que le había sido entregado por la sociedad promotora de la Gran Vía, en compensación por la casa que poseía entre las calles de la Salud y Chinchilla, que le había sido expropiada para trazar la nueva avenida.

El nuevo edificio fue proyectado por los arquitectos Vicente Agustí Elguero y José Espelius Anduaga, cuyo proyecto firmado en diciembre de 1917 preveía destinar el sótano a instalaciones generales, trasteros de los pisos superiores, y almacenes de las dos tiendas con sus respectivos entresuelos, que en planta baja flanquean el portal abierto en la fachada hacia la Red de San Luis por ser ésta la de mayor desarrollo que da paso a la vivienda del portero, a una escalera principal con dos ascensores, y a través del patio central a otra de servicio con su correspondiente montacargas. Las ocho plantas superiores más la de ático retranqueada se dividen en dos pisos desiguales cada una, distribuidos en torno al patio antedicho y otro menor de luces en la esquina de las medianeras, con las habitaciones de servicio cocina, baños aseos y dormitorios de criados dando hacia estos últimos, y las de respeto despacho, salón, comedor, y gabinete , todas exteriores; así como las alcobas del piso en esquina, privilegiado además con la estancia de planta circular de la rotonda.
En cuanto a los alzados, dada la altura prevista, renuncian a la distribución tripartita habitual, de modo que sobre el basamento almohadillado que reviste el zócalo comercial se superponen hasta tres cuerpos sucesivos con, dos, tres, y dos plantas, respectivamente señalados por balcones corridos abalaustrados que se prolongan como líneas de imposta sobre los tres miradores de la fachada hacia Montera y el único que vuela hacia la Gran Vía, en respuesta simétrica al último de los anteriores, para enmarcar entre ambos el torreón cupulado de la esquina, atrapado entre los aterrazados que coronan los miradores a la áltura del ático; debiendo señalarse la riquísima decoración de un estilo barroco afrancesado de gusto internacional, que se agrupaba en los remates y en las ménsulas de apoyo de los balcones, destacando las semicolumnas jónicas muy estilizadas que debían enmarcar el tramo central de los miradores.

La pertinente licencia de obras se solicitó el 4 de abril de 1918, y tras solventar algunos trámites burocráticos, fue otorgada sin mayor dificultad el 26 de octubre siguiente; aunque ya el 22 de abril se había concedido el permiso para vaciar el solar y comenzar los trabajos. Éstos habían sido llevados a cabo bajo la dirección única de Espelius, que firma el certificado final de los mismos el 19 de abril de 1922, y que introdujo suficientes cambios en la obra construida como para reclamar su paternidad; destacando la creación de un gran cuerpo volado que rodea la esquina desde el arranque del segundo tramo de la fachada hasta la coronación, y que hacía inviable el torreón cupulado previsto, sustituido por un gran frontón triangular extrañamente curvado; asimismo redujo la decoración prevista, eliminando incluso las ménsulas bajo el balcón corrido a la altura del piso sexto; trasladando del cuerpo intermedio al superior las columnas que enmarcaban los miradores, a las que dio mayor relevancia al apoyarlas sobre ménsulas voladas en diagonal para convertirlas en exentas.
Además hay que tener en cuenta que durante la construcción ya fue concertado el alquiler del edificio con el empresario hotelero Jaime Torrens, que lo convertiría en el Hotel Metropolitano y que "distribuyó con el arquitecto las 120 habitaciones" previstas aunque según la guía Hoteles de España de 1931-1932, editada por el Patronato Oficial de Turismo, éstas sumaban 140 ; abriendo sus puertas el 21 de abril de 1923, sólo un día después de que el propietario solicitase la obligada licencia de alquiler, cuya entrega se retrasó hasta el 13 de noviembre de ese mismo año por haberse incumplido la obligación "de guarnecer y decorar las medianerías visibles desde la vía pública" para "disminuir el deplorable efecto que produce la contemplación de la casa de que se trata desde la calle de la Montera", que ostentó por poco tiempo el título de edificio más alto de la capital al superar la altura de las viviendas para Jesús Murga terminadas seis años antes en la propia Red de San Luis. Pudiendo relacionarse como anécdota una curiosa estadística efectuada por la dirección del hotel al año de apertura, donde se consigna que de los 27.337 viajeros que en él se hospedaron, 3.025 eran ingleses, 2.935 franceses, 2.197 "americanos del Norte", 2.075 alemanes, 1.729 suizos, 911 belgas, 673 italianos, 522 argentinos, 248 cubanos, 117 peruanos, 94 mejicanos, 65 japoneses, 54 austriacos, 35 serbios, 32 chinos, 25 "de la India inglesa" y 22 checoslovacos; presagiando el carácter cosmopolita que caracterizaría a la nueva avenida.
En el local de esquina se instalaron poco después las prestigiosas marcas discográficas y de gramófonos La Voz de su Amo y Odeón, que fueron sustituidas en la inmediata posguerra por la joyería Aleixandre; reconvertida en una hamburguesería en 1980, aunque conservando su elegante marquesina curva revestida de espejos pintados y su suntuosa decoración interior. En cambio, se ha perdido buena parte de la ornamentación original del propio edificio, como las ménsulas que fingían soportar los balcones corridos a la altura del principal y del segundo piso, y la cornisa del ático, o el gran frontón curvo de la coronación.