Este edificio ocupa el nº 12 de la calle Eduardo Dato, denominación anterior a la de Gran Vía haciendo esquina-chaflán, con la calle Flor Alta.
El proyecto fue encargado por el propietario Alejandro Santamaría Rojas al arquitecto Vicente García Cabrera. Fue redactado y solicitada licencia de construcción en abril de 1928 para casa para viviendas de alquiler que contenía planta sótano, baja para locales comerciales y habitación para portero, entresuelo para oficinas, planta principal para una sola vivienda, tres plantas superiores para dos viviendas y un ático con una vivienda con terrazas retranqueadas y torreones a fachada.
La entrada a la finca se hacía por un portal en la medianera derecha por Gran Vía que accedía a escalera principal de tres tramos con ascensor central que ocupaba uno de los lados de un único patio central triangular y una escalera de servicio a la que se accedía por un estrecho paso tras la escalera principal.
En el resto de la planta se instalaron diversos locales comerciales, de alguno de ellos quedan crónicas gráficas como la chocolatería "Bubi" de las que damos cuenta en las imágenes.
El proyecto era de una cierta riqueza decorativa con huecos recercados y tarjetones en los dinteles, además de balconadas corridas en plantas entresuelo y tercera, es decir seguía el modelo imperante del eclecticismo con que se resolvieron cantidad de edificios en la ciudad, ajenos a las corrientes del racionalismo que empezaban a introducirse. No obstante, lo construido es fiel al proyecto en volumen y distribución pero ajeno a la decoración proyectada de la que solo conserva, muy simplificados, los remates de torreones y alguna decoración ineludible en jabalcones y embocadura de portal. Los elementos decorativos de interés que se conservan en el interior, se limitan a la carpintería de acceso y sencillos plafones de vidrio en la escalera.
El conjunto tiene el interés de su situación en un chaflán de gran visibilidad urbana pero de valor arquitectónico muy relativo.
El edificio queda además carente de altura en contraste con el medianero y circundantes de la Gran Vía, no llegando a colmatar la altura de 35 metros que posteriormente, ya en los años cuarenta permitió el Ayuntamiento.
El edificio se terminó en febrero de 1929 y con esta fecha, como era habitual, se solicita la licencia para uso de alquiler que queda condicionada a la ejecución y supervisión de instalación de ascensor que quedó cumplimentada en mayo 1929. Esta solicitud acompañada como era habitual por el informe del arquitecto director de las obras, fue suscrita por Jesús Carrasco Muñoz, prolífico y prestigioso arquitecto que sin embargo no firmaba los planos de proyecto ni solicitud alguna, que habían sido tramitados por el arquitecto Vicente García Cabrera. Esta circunstancia pudo deberse al fallecimiento del arquitecto titular del proyecto en 1929 y la probable intervención en la dirección de obra por parte de Jesús Carrasco.