En 1917 los hermanos Luis y Manuel Mitjans encargaron al arquitecto Francisco Reynals Toledo la construcción de este edificio, en un solar del primer tramo de la Gran Vía donde antaño se alzó el inmueble en que vivió el ilustre arquitecto Severiano Sainz de la Lastra hasta su fallecimiento el 17 de diciembre de 1884.
Según el programa previsto, el sótano se destina a lavaderos e instalaciones; el bajo cuenta con dos comercios, separados por el eje creado por sendos portales a la Gran Vía y a Caballero de Gracia, que conducen respectivamente a las escaleras principal -con ascensor en el hueco y de servicio; el entresuelo diáfano se dedica a oficinas; y los cuatro pisos superiores más sotabanco se dividen en dos viviendas pasantes por planta, distribuidas en torno a un gran patio central de traza mixtilínea que atraviesa el edificio desde el sótano a la azotea, proporcionando luz y ventilación directa a todas las habitaciones de servicio interiores, como cocina, baño, aseos, etc., mientras que las de representación y los dormitorios se orientan a las calles circundantes.
Sorprendentemente, para las fachadas presentó Reynals un esbozo poco definido que apuntaba un alzado de aspecto modernista ecléctico, pero que tras un apercibimiento efectuado por José López Sallaberry como Arquitecto Inspector de la Reforma Urbana definió finalmente en un estilo neoplateresco o "Monterrey"; demostrando el carácter epidérmico que se concedía a la decoración, que simplemente se superponía a una composición simétrica de estilo académico. Este segundo plano fechado el 2 de abril de 1917 como el primero, pero entregado realmente en junio siguiente presenta la habitual división tripartita, con basamento de doble altura, que abarca el zócalo comercial y el entresuelo para oficinas, definido por un esbelto apilastrado granítico de anchura variable que procura ofrecer la máxima superficie de escaparate; cuerpo principal señalado por un balcón corrido con antepecho de balaustres que enlaza los miradores volados de fábrica de los extremos, destacando en el centro un pequeño resalto que realza el eje central, con ventanas más anchas y un balcón volado de cerrajería en el segundo piso recercado por una rica molduración; y ático de coronación resuelto mediante agrupaciones de arquerías entre dos torreones alineados con los miradores antedichos. En cuanto a la fachada trasera a Caballero de Gracia, repite el mismo esquema compositivo pero con mayor sobriedad, renunciando a la arquería superior por la imposición del retranqueo.
Obtenida la licencia definitiva el 26 de julio de 1917, los trabajos continuaron sin contratiempos hasta el 22 de abril del siguiente año, cuando Reynals firmó el correspondiente certificado de finalización de los mismos; aunque la licencia de alquiler se retrasó a finales de 1919 por la ausencia de la "chimenea ventiladora de la alcantarilla general", que hubo que instalar.
En el bajo se estableció poco después la tienda de muebles y objetos de regalo del "fabricante de aparatos de alumbrado eléctrico y camas de bronce plateado" Vicente Zumel, así como la librería de Alejandro Pueyo; que con el tiempo dieron paso a la sastrería para caballeros Sánchez Rubio y la cafetería El Abra; mientras que en uno de los pisos estableció su taller madrileño el prestigioso modista Cristóbal Balenciaga Eisaguirre, que le puso el nombre EISA, tomado de su segundo apellido.
Sólo ocho años después de su rehabilitación en 1988 siguiendo un proyecto de los arquitectos Manuel Hidalgo Herrera y Pedro Antonio Hernández Escorial, se aprobó su conversión junto con la finca contigua del nº 7 en el hotel Catalonia Gaudí, que abrió sus puertas el año 2000 tras una radical reordenación del espacio interior, diseñada por el arquitecto Romà Arañó Güell, que implicó la pérdida de todos los elementos decorativos supervivientes; sin que a cambio se llegasen a reponer siquiera los pináculos desaparecidos del remate superior.
