Patrimonio cultural y paisaje urbano

Aunque no se ha localizado el expediente municipal correspondiente a este edificio, la revista La construcción moderna nos informa de que el solar fue comprado en 1914 por el promotor leonés Tomás Allende, que encargó el proyecto del nuevo edificio al arquitecto coautor del trazado de la Gran Vía, José López Sallaberry, que por entonces dirigía las obras de la casa de la plaza de Canalejas con vuelta a la carrera de San Jerónimo ejemplo máximo de eclecticismo españolista y muestrario deslumbrante de oficios artísticos diseñada por el malogrado arquitecto Leonardo Rucabado para el mismo propietario.

El inmueble proyectado para la nueva avenida se aleja de estas premisas y adopta un estilo neobarroco español, aplicado a la disposición habitual de zócalo comercial, cuerpo principal y ático de remate que en este caso, debido a la altura de la construcción, comprende no menos de tres pisos separados por balcones corridos abalaustrados; realizándose el reparto vertical mediante pilastras almohadilladas simples o pareadas que enmarcan ricos balcones volados de cerrajería y fundición con moldurados recercos de orejas, y miradores resaltados coronados por frontones partidos; aumentando la decoración a medida que se asciende hacia las movidas plantas superiores, donde se acumulan balcones en púlpito y peinetas de coronación con un sentido decorativo muy diferente del estilo que pretendidamente imita, en el que la riqueza se habría concentrado en torno a la portada hacia la Red de San Luis, aquí apenas señalada.

Esta distorsión ya fue advertida por Gustavo Fernández Balbuena en 1925, cuando analizó a propósito de la cercana Casa del Libro la inversión que se había producido entre las fachadas barrocas auténticas macizas en la base y ligeras en la coronación y las modernas, con su zócalo comercial diáfano dedicado a escaparates y oficinas y sus pesados remates de torreones enlazados por cuerpos retranqueados, recamados por una decoración que se extiende por todo el edificio, en lugar de concentrarse en puntos concretos para destacar sobre tensos paños desnudos de raigambre herreriana, como en los modelos originales.

Dada su privilegiada ubicación en uno de los lugares más transitados de la ciudad, en sus bajos se instaló el inmenso café del Norte; sirviendo con el tiempo algunos de sus pisos para ampliación de los contiguos Almacenes Rodríguez.
Para reconvertir el edificio en el hotel Senator Gran Vía, el arquitecto Jaime Fesser Pérez de Petinto realizó en 1999, importantes trabajos de reforma, que exteriormente se han saldado con la instalación de una desafortunada marquesina para señalar la entrada, y la lesiva acumulación de cajas de instalaciones sobre la cubierta, desvirtuando la silueta lejana del edificio.

Por último, a título de anécdota hay que señalar que en este mismo solar encontró su última ubicación el Café de San Luis, famoso porque en 1853 su pianista Juan José Altuna puso música al "zortziko" Guernikako Arbola de José María de Iparraguirre, que se cantó por vez primera en dicho local, como se encarga de recordar una lápida de granito colocada en la fachada el 7 de diciembre de 1981 con motivo del centenario de su muerte; aunque Federico Romero ya advierte que en aquellas fechas el café estaba en la acera de enfrente y más cerca de la Puerta del Sol.