Patrimonio cultural y paisaje urbano

Este edificio destinado a comercios y viviendas fue encargado por el conde de Godó para un solar de su propiedad con una superficie de 685'53 m2, y aunque los planos correspondientes fechados el 22 de marzo de 1922 están suscritos por el arquitecto Teodoro de Anasagasti Algán, a juzgar por razones estilísticas es muy probable que la traza de los mismos se deba en realidad a su suegro, José López Sallaberry, que no podía firmarlos ni dirigir las obras correspondientes por ser incompatible con su cargo como Arquitecto Inspector de la Reforma Urbana de la Gran Vía.

Según los mismos, el inmueble contaría con una planta de sótanos, destinada a instalaciones y almacenes de los locales comerciales que flanqueaban en la planta baja el portal de acceso al núcleo de comunicaciones, formado por las escaleras principal y de servicio, más una tercera de bajada al sótano, que servía también para alcanzar la vivienda del portero; dedicándose las nueve plantas superiores incluso el entresuelo y el sotabanco retranqueado del ático a uso residencial, con dos viviendas cada una, distribuidas en torno a dos patios de luces que flanquean las escaleras e iluminan vestíbulos y pasillos, y otros dos mayores adosados a ambas medianerías; aunque, de modo sorprendente, las habitaciones de respeto sala, comedor y despacho abren a la calle lateral de Miguel Moya y al patio medianero oriental opuesto, mientras que las alcobas ocupan la crujía hacia Gran Vía, situándose las cocinas junto al patio occidental del fondo.
El alzado de proyecto presentaba el reparto habitual en cuerpos de basamento, principal y de coronación, con dos miradores de fábrica dobles alternando con tres ejes de ventanas en la fachada a Gran Vía, y tres miradores y tres ejes de huecos con un orden más incierto hacia la calle lateral.

La licencia de obras fue solicitada el 28 de abril de 1922, y se otorgó el 6 de julio siguiente; certificándose el final de los trabajos el 8 de marzo de 1925, aunque la licencia de alquiler se demoró hasta el 5 de abril del año siguiente. Sin embargo, las fachadas del edificio ejecutado presentan con las propuestas evidentes diferencias, que deben atribuirse enteramente a la intervención de Anasagasti, que como director facultativo modernizó los academicistas trazados de su suegro con pequeñas variantes que afectaron a la planta de los miradores y a la decoración aplicada, más cercana al art decò.

Al poco de terminarse, en abril de 1927 ocupó uno de los locales del bajo la firma R. Oyarzun y Cª, dedicada a la venta de básculas y aparatos de menaje industrial españoles y extranjeros. Más tarde, abrieron la Platería Ribera y la moderna tienda de radios, gramófonos y discos Rekord, y en el entresuelo la distribuidora cinematográfica Radio Films; pero como en muchos otros edificios de la Gran Vía, los pisos destinados a vivienda fueron pronto reconvertidos para uso hostelero, como los hoteles Valencia y Continental que ocupaban varios pisos cada uno y contaban con su propio personal de servicio, incluidos mozos y botones , contándose además no menos de cinco pensiones, entre las que llama la atención una denominada Rialto, por anticipar el nombre de uno de los edificios del tercer tramo. Y tras la Guerra Civil, durante la que sufrió algunos daños, ocupó el local de esquina la popular cafetería Fuyma.

Lamentablemente, como tantos otros edificios de la Gran Vía también éste ha sufrido alguna merma en sus elementos decorativos, echándose en falta la cornisa de remate que rodeaba el inmueble miradores incluidos bajo el peto del ático para completar el cuerpo de coronación, señalado en el último piso por unos paneles decorativos con gotas clásicas a modo de triglifos que flanquean los huecos y rodean la esquina curva.