Patrimonio cultural y paisaje urbano

Este edificio, junto con su vecino casi gemelo del nº 14, fue construido por la Sociedad Inmobiliaria de la Villa de Madrid promotora de las obras de la Gran Vía al tiempo que el cercano Hotel de Roma, siendo los primeros edificios residenciales en concluirse de la nueva avenida; y quizás como respuesta a la desechada pretensión inicial de utilizar profesionales franceses para diseñar los proyectos, el arquitecto encargado de levantarlos, Eduardo Reynals Toledo, adoptó aquí el denominado estilo "Monterrey" la más prestigiosa respuesta "españolista" a las tendencias extranjerizantes , destacando especialmente las singulares ménsulas de soporte de los miradores de fachada, adornadas con atlantes, que remedan las del patio del salmantino palacio de la Salina o de Fonseca, atribuido a Rodrigo Gil de Hontañón. En cambio, la construcción se haría con los materiales propios de su tiempo, con cimientos de hormigón en masa, muros de carga de ladrillo, que en el basamento comercial se sustituyen por pilares de acero combinados con pilastras de cantería en las fachadas, forjados de viguetas laminadas y revoltones de rasillas y decoración de cemento armado pintada a tono con el revoco de "estuco a la catalana" de los paramentos. En cuanto a la distribución, se efectúa repartiendo las crujías en torno a cuatro patios de luces cubiertos a la altura de planta baja con monteras metálicas acristaladas: dos medianeros muy alargados, y otros dos centrales que limitan el núcleo de comunicaciones verticales, con las escaleras principal y de servicio yuxtapuestas.

Como es habitual el sótano se destina a almacenes de los comercios de planta baja, trasteros e instalaciones generales, la planta baja a locales comerciales, el entresuelo a oficinas y los pisos superiores a pisos de lujo en alquiler, con dos viviendas pasantes por planta, con el salón separado por un gabinete del dormitorio principal en la fachada a Gran Vía, el baño con su retrete, un despacho, el comedor, y la cocina con aseo y office dando a los patios medianeros, una alcoba hacia el patio central trasero, y otras tres abiertas hacia la calle de la Reina.

Los trabajos se emprendieron en 1913, y fueron ejecutados sin mayores contratiempos bajo la dirección facultativa del arquitecto Felipe de Sala Blanco, que firmó el certificado final de obra el 12 de octubre de 1915.

Al poco de terminarse, en sus bajos se instaló una empresa de pompas fúnebres -insólita en el entorno de la nueva avenida ; mientras que en la fachada trasera a la calle de la Reina, Emilio Saracho abrió en otoño de 1921 la coctelería Cock, cuyo barman era el célebre Pedro "Perico" Chicote Serrano, que en 1931 compró la funeraria antedicha para sustituirla por el Bar Chicote. Éste fue diseñado por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto, que creó una obra maestra del estilo racionalista internacional, aunque -según sus propias palabras no tenía "ninguna pretensión arquitectónica" y sólo buscaba "sacar el máximo rendimiento del local" con "el ambiente alegre, confortable y moderno que todo bar americano requiere", cuya disposición "era obligada por las cuatro columnas que están recubiertas de espejos", mientras que las instalaciones de la barra, office, bodega y aseos venían condicionadas por las necesidades de ventilación de los mismos. A cambio, creó dos zonas de público diferenciadas: una primera que servía "como vestíbulo de entrada", "de tonos amarillos claros", con "muebles de acero cromado" diseñados por él mismo, y dos pinturas murales vagamente cubistas de Hipólito Hidalgo de Caviedes que ya había colaborado con Ignacio de Cárdenas en la decoración del edificio de Telefónica en la misma avenida que representan dos ventanas enfrentadas; y otra al fondo "más confortable", con "muebles de madera de roble tapizados en cuero, divanes formando rincones gratos para la conversación, en forma curva", "tonos verdes suaves, amarillo y beige, madera de zambrano (sic), roble y ébano negro, metales cromados en mostrador y perchas"; contrastando la iluminación indirecta "horizontal sobre el bar y mampara de entrada, con la vertical de los tubos de metal sobre los divanes curvos del fondo". Convertido en lugar de reunión para los corresponsales extranjeros durante la Guerra Civil, y en uno de los escasos refugios cosmopolitas en el entorno gris de la inmediata posguerra, quedó consagrado definitivamente en el famoso verso "en Chicote, un agasajo postinero con la crema de la intelectualidad" del chotís Madrid, tradicionalmente atribuido al músico mejicano Agustín Lara, pero cuya letra probablemente es fruto de la colaboración con un músico español en el exilio. Chicote se hizo después con el citado Cock, que permaneció en sus manos desde 1945 hasta su muerte en 1977; conservándose todavía hoy abierto con su decorado original de estilo inglés.

A pesar de que este edificio conserva mucha más ornamentación que su hermano casi gemelo del nº 14, hay que denunciar la degradación de algunos elementos decorativos y la pérdida de los pináculos de candelieri y las ricas cresterías de remate que se aprecian en los planos originales y en algunas fotografías antiguas; que también se echan en falta en la fachada a la calle de la Reina, inusualmente rica para corresponder a una trasera. Igualmente, el Bar Chicote, aunque restaurado aproximadamente a su estado original en 1987, ha sufrido modificaciones fácilmente reversibles que deberían ser eliminadas.