Patrimonio cultural y paisaje urbano

Se trata de un edificio con uso mixto, pues el sótano y las plantas baja y entresuelo -que se comunicaban por una escalera imperial para facilitar el movimiento del público se destinaban a acoger los almacenes Rafael Sánchez, del propietario de la finca, mientras que cada uno de los cinco pisos restantes se dividía en tres viviendas de lujo en alquiler, dedicándose un segundo sótano a los servicios generales, como carbonera y caldera.

Como consecuencia de la importancia otorgada al diáfano local comercial, desarrollado en torno a un patio central, cubierto con una montera acristalada a la altura del piso principal, el arquitecto Julio Martínez Zapata Rodríguez se vio obligado a desplazar a la medianera el portal y las escaleras, forzando la distribución de las plantas residenciales, que se ven penalizadas por larguísimos pasillos para poder hacer exteriores todas las habitaciones; dando los salones y dormitorios a Gran Vía, Clavel y Reina, y las cocinas, baños y cuartos de servicio a los patios central y medianero. Sin embargo esta compleja distribución no se hace patente en el barroco eclecticismo de las fachadas, ritmadas regularmente por miradores de fábrica volados coronados por pequeñas torrecillas, que en la esquina flanquean una sucesión de amplios ventanales para crear un gran elemento compositivo que se proyecta hacia el cielo en un esbelto torreón de planta cuadrada y dos alturas, recamado de ornamentos y coronado por un mínimo cupulino.

Los trabajos se iniciaron el 28 de abril de 1914, pero transcurridos ocho meses, cuando se había llegado ya a la altura del séptimo piso, el Ayuntamiento consideró que el vuelo de los miradores de la calle del Clavel superaba lo previsto en las Ordenanzas, aunque el propietario recurrió aduciendo que se ajustaba a los planos presentados y el grave perjuicio y retraso que le ocasionaría la modificación de los elementos ya construidos; siendo atendida su exposición por la Comisión de Obras, que autorizó el exceso en vista de su "escasa importancia". Los trabajos prosiguieron sin nuevos contratiempos hasta que el 1 de febrero de 1916 Martinez Zapata firmó el certificado final de obra, y el propietario solicitó la cédula de habitabilidad, aunque López Sallaberry, como Arquitecto Inspector de la Reforma Urbana, propuso negársela por no haberse instalado "el tubo de ventilación de la alcantarilla, ni las chimeneas fumívoras" prescritas en una visita previa. Una vez subsanadas las deficiencias e instalados los correspondientes servicios de ascensor eléctrico y calderas que requerían permiso aparte y proyecto firmado por técnico competente se otorgó la licencia definitiva de ocupación el 7 de noviembre de dicho año; sin que tantas incidencias fueran óbice para que el propietario presentase la finca a los galardones promovidos por el Ayuntamiento para recompensar los mejores edificios acabados en 1916, obteniendo el tercer premio.

Como estaba previsto, los almacenes Rafael Sánchez ocuparon el bajo comercial y el entresuelo; y aunque ya hace tiempo que desaparecieron, todavía puede verse sobre la entrada de esquina el rótulo de sus herederos y sucesores, que reza "HIJOS DE RAFAEL SÁNCHEZ SL" en una elegante tipografía de los años treinta. En la fachada trasera a la calle de la Reina abrió sus puertas en 1992 el bar Del Diego, creado por el barman Fernando del Diego Mingarrón después de treinta años de trabajar en el cercano Chicote, siguiendo un refinado diseño de los arquitectos Álvaro Soto Aguirre y Javier Maroto Ramos.

Por demás, es triste comprobar que incluso en esta casa aparentemente tan bien conservada, han desaparecido algunos elementos decorativos, especialmente en los torreones, donde faltan las volutas que los enmarcaban por la parte inferior y los pináculos que los coronaban, habiendo sido cegados los óculos que perforaban los tímpanos semicirculares de remate, al tiempo que se sustituía la balaustrada del balcón esquinero del ático por una simple barandilla metálica.