Este edificio, el nº 27 de la calle que se llamó Eduardo Dato, ocupa la parcela mayor de la manzana en que se encuentra con una superficie de 825 m2; en ella cupo disponer tres viviendas por planta, la mayor ocupando toda la fachada a Gran Vía y gran parte de la calle denominada en el proyecto calle "A", hoy Doctor Carracido y otras dos viviendas posteriores, que recaen a esta calle y a la de Flor Baja.
Fue un encargo de D. Hilario Ruiz Labourdette al arquitecto Plácido Francés Mexía cuyo proyecto fechado en noviembre 1930 se atenía a la ordenanza de la "Reforma de la prolongación de la calle de Preciados y enlace de la plaza del Callao con la calle de Alcalá" que regía en el trazado de la Gran Vía.
La distribución de las viviendas era la tradicional de la época, largos pasillos distribuidores y habitaciones a lo largo de ellos, servicios higiénicos mínimos y escaleras y entradas independientes de servicio y principal. La estructura se proyectó de entramado metálico en todas las plantas.
El proyecto elude la decoración clásica al uso salvo en ciertos detalles como los jabalcones de hormigón moldeado que sustentan el voladizo de planta primera y algunos tarjetones en la pilastras principales. En la disposición y dimensionado de huecos, inicia un gusto racionalista y decó en los detalles de la rejería proyectada. El resultado final es un edificio de una gran contundencia volumétrica y acertada composición.
Las incidencias de su tramitación fueron las habituales, aunque nada se dice en ellas de los cambios del proyecto, si bien de poca entidad que se hicieron durante la obra. El más significativo fue la aparición de un torreón de remate con el edificio medianero, que conjuga con el proyectado en el chaflán y que compone bien la fachada. También se desplazan los balcones de hormigón moldeado a la planta primera enmarcando el arranque en altura del edificio cuando en el proyecto aparecen alternándose en planta baja y primera. Este edificio, como la inmensa mayoría, paga la tasa por el exceso sobre los primeros 25 metros de altura proporcional a la superficie del solar. Por dificultades económicas del promotor, hubo de finalizarse la obra con la intermediación de un administrador judicial nombrado por las entidades acreedoras. Esta circunstancia motivó que la licencia de alquiler no se obtuviera hasta noviembre de 1934.
En 1957 tiene lugar una intervención interesantísima en la esquina a Gran Vía; se trata de la instalación de una sucursal bancaria del banco Popular Español. La obra, hoy desgraciadamente desaparecida se debió a los arquitectos César Ortiz Echagüe y Rafael Echaide Itarte; coincide temporalmente su proyecto con un viaje que emprendieron junto al también gran arquitecto Manuel Barbero Rebolledo a Nueva York para recoger el premio Reynolds del American Institute of Architecture. Este viaje tuvo que reafirmar su gusto por la arquitectura del movimiento moderno, en especial de Mies Van der Rohe. Este espíritu de sencillez y limpieza estructural les llevó a proyectar un local en que la pequeña planta baja se expandía mediante la desaparición de su forjado intermedio con la planta primera, de mayor superficie, creando un gran espacio solo limitado por la estructura metálica y las grandes cristaleras que le procuraban cerramiento. En comentario de los arquitectos ".. se vio desde el primer momento la necesidad de expresar exteriormente la unidad de las dos plantas, facilitando e invitando el acceso a la primera. Para ello era conveniente una gran diafanidad exterior. Dada la calidad del emplazamiento y la profusión de instalaciones similares existentes en las proximidades, convenía aprovechar esta diafanidad para acentuar fuertemente la presencia de este local" …" para ello, se ha recurrido a un alto nivel luminoso con un cielo raso continuo de cristal termolux sobre elementos metálicos. Interiormente se emplean: elementos de hierro pintado en negro, carpintería de madera de nogal encerada, paredes en blanco y pavimentos de goma gris.." .
Después de su terminación se hicieron en el local unas obras que desfiguraron el espíritu inicial, destruyéndose definitivamente en el año 1985 mediante una reforma en la que primó el criterio de "restituir al edificio la estética original" en una muestra más de preferencia por el mimético histórico y el desprecio por una intervención contemporánea de gran calidad. Los autores de este proyecto de reforma del local del Banco Popular fueron José María Peña Sainz y Antonio Mantecón Valverde.