En el solar que ocupa este edificio se alzaba anteriormente la iglesia barroca del colegio de Nuestra Señora de la Presentación, fundado en 1630 por el caballero genovés Andrea Spínola y conocido popularmente como de las Niñas de Leganés, que fue terminada en 1688 por la Congregación del Gremio de Arquitectos Maestros de Obras, precedente de la actual Real Congregación de Arquitectos de Nuestra Señora de Belén en su Huída a Egipto. Las educandas niñas huérfanas de seis a diez años recibían instrucción especial de música y canto y tenían que gozar de buena salud, capacidad intelectual y ser agraciadas, por ser éstas las que más oportunidad tenían de "perderse".
Sobre la parcela resultante de la nueva urbanización, estrecha y de silueta trapezoidal, el arquitecto Francisco Pérez de los Cobos y Rodríguez de Morales diseñó para José María de Antonio Becerril un edificio distribuido en sótano, bajo comercial, entresuelo para oficinas, y cuatro pisos más ático de viviendas de alquiler; resuelto mediante la disposición de crujías paralelas a los límites del solar que crean en su centro un patio irregular, disponiendo el portal por la calle lateral de Víctor Hugo para poder obtener dos viviendas por planta: uno de mayor tamaño, con "recibimiento", sala, despacho, gabinete y un espectacular comedor ovalado dispuesto en diagonal en el torreón de esquina, junto con cuatro dormitorios abiertos a la nueva avenida, además de la cocina, cuarto de criados, aseo y baño hacia el patio interior; y otro algo menor, que repite el mismo programa, pero prescindiendo del gabinete y del cuarto de criados, amén de abrir dos dormitorios al patio.
Apenas cuatro años después de terminado, en 1921 ocupó el zócalo comercial una gran tienda de la firma automovilística FIAT, diseñada por el arquitecto italiano Enrique Daverio Vara en un estilo tardomodernista, con cerámicas de Zuloaga y vidrieras de Maumejean; disponiendo el salón de exposición hacia la Gran Vía con entrada por el chaflán, el almacén de piezas de repuesto hacia la calle de la Reina, y las oficinas con sección de contabilidad, sala de juntas, despacho del director, y sala de turismo para atención al cliente en el entresuelo. En 1939 esta tienda fue ocupada por la prestigiosa firma de marroquinería Loewe, que encargó al arquitecto Francisco Ferrer Bartolomé una nueva decoración en el lujoso estilo clasicista del momento muy alejado del estricto racionalismo moderno del que había hecho gala su autor unos años antes en la tienda de saneamiento C.ARA del nº 22 de la misma avenida , aunque muchos de sus valores se han desvirtuado tras la reciente renovación por el decorador Lorenzo Castillo.
Como es habitual, también este edificio ha perdido algunos elementos decorativos, como las balaustradas del ático y la azotea -sustituidas por petos ciegos y los pináculos y jarrones de coronación, así como la guirnalda de hojarasca que rodeaba el óculo exento del chaflán, que fueron eliminados tras sufrir la degradación provocada por los elementos atmosféricos; por lo que sería deseable que algún día fuesen repuestos.