Este edificio responde a un proyecto de 1929 del arquitecto Eugenio Fernández Quintanilla para alquiler de viviendas y locales para el propietario Leopoldo García Fernández, con el siguiente programa: sótanos para industria o comercio y vivienda de portero, planta baja y entresuelo para industria o comercio, tres plantas siguientes para oficinas en número de 13 por planta, las cuatro siguientes para viviendas en número de dos por planta y ático con dos viviendas.
Los materiales que definía el proyecto eran: estructura de hormigón en cimentación, estructura de entramado metálico en plantas superiores, fachada de placas de granito pulido sujetas con grapas de cobre - detalle que aporta una gran singular a la fachada - y carpintería metálica en exterior.
Las plantas se configuran alrededor de un patio cuadrangular central, cubierto en planta baja y un segundo patio en el fondo de la parcela que ocupa todo el testero al que dan fachada trasera las estancias posteriores del edificio; La escalera principal de tres tramos, compensada, con doble ascensor en su hueco se complementa con otra escalera de servicio al fondo de la parcela, también de tres tramos y montacargas en su hueco.
Se ha atribuido la autoría de esta obra al arquitecto mencionado y al también arquitecto José Osuna Fajardo, éste únicamente figura en el expediente en una comunicación de abril 1929 en la que ambos manifiestan ir a hacerse cargo de la dirección de obra; los planos de proyecto e incluso las comunicaciones posteriores a la ejecución de la obra son suscritas únicamente por Eugenio Fernández Quintanilla. Ambos tienen obra de importancia en Madrid, Fernández Quintanilla construye varios edificios de viviendas aunque éste es el más moderno de ellos. Osuna Fajardo fue arquitecto del Ministerio de Defensa.
Existen referencias a obras de reforma de un bar proyectada por Manuel López Mora en 1942 y a otra reforma sin localización concreta del arquitecto Luis Alemany del año 1940.
Este edificio de Gran Vía tiene importantes connotaciones racionalistas, simplicidad de huecos, composición muy neutra que sin embargo enfatiza con los pequeños vuelos que dan un cierto volumen a la fachada distinguiendo con estos escuetos recursos la función de las plantas, dando mucha más luminosidad a la entreplanta que había de ser de uso comercial o de oficinas que al resto con uso de viviendas. El tratamiento de materiales es muy sutil y delicado destacando el aplacado de piedra sujeto con grapas en las esquinas de las piezas con cierto recuerdo a la arquitectura vienesa de Otto Wagner, arquitecto de una generación anterior, considerado uno de los precursores del racionalismo. Utiliza también adecuadamente la variación de color en los paños de piedra y los tratados con un revoco color ladrillo. Es destacable el despiece de carpinterías, hoy modificado en muchos de los huecos, pero que utiliza en las originales despieces cuadrados y escuadrías muy ligeras que aportan gran diafanidad al conjunto.