Este es uno de los edificios de los que desgraciadamente no se conservan antecedentes
Está atribuido al arquitecto Ignacio de Aldama Elorz. Esta atribución puede ser correcta ya que el edificio presenta similitudes estilísticas con otros del mismo autor. La fecha de su construcción está en torno a 1930, quizás algo anterior pues los edificios medianeros con los que forma manzana están fechados en 1929 y éste ya estaba construido antes de la desaparición de la Casa Profesa de los Jesuitas, situada en la manzana siguiente y destruida en 1931.
Su arquitectura, ecléctica, muy rica en elementos decorativos al gusto de la época y con profusión de detalles neobarrocos que sin embargo no restan funcionalidad y coherencia a la distribución y planteamiento de huecos de gran diafanidad y diseño consecuente con los emergentes principios del racionalismo que pujaba por imponerse.
El edificio se sustenta en un basamento de doble planta con acabado de sillares fingidos y huecos en arco rebajado en entreplanta; sobre él y mediante jabalcones decorados se asientan los cuerpos volados en ambas fachadas a los que recorre una balaustrada de hormigón moldeado que se prologa a lo largo de toda esta planta. La última planta, también de huecos en arco, se recorre en el chaflán con galería de cerrajería, se remata con una última balaustrada a lo largo de toda la fachada, que remarca los ángulos de voladizos y chaflanes con jarrones decorativos; el conjunto se completa con un torreón octogonal con pilastras en los ángulos, cúpula de pizarra en el chaflán y otros menores en los cuerpos volados.
En el interior conserva pavimento, mobiliario y acabados originales siendo singular la cabina de vigilancia en el hall.
Es en suma un edificio de empaque aunque ciertamente algo trasnochado, como tantos otros de la ciudad, en la época en que el racionalismo, con su escueta arquitectura, se estaba imponiendo.