Este edificio fue proyectado en 1927 para Vicente Patuel Enrique por el arquitecto José Miguel de la Quadra Salcedo que acababa de terminar en el cercano nº 31 un edificio de oficinas para el mismo promotor , siguiendo un programa habitual en otros inmuebles similares de la Gran Vía, con una gran sala cinematográfica a nivel de calle y otra de fiestas subterránea en el sótano.
Sin embargo, en esta ocasión la propuesta tuvo un arranque complicado, pues las obras de edificación comenzaron incluso antes de gestionarse el permiso correspondiente, limitándose Quadra Salcedo a entregar el 15 de abril un escueto comunicado en el que confirma que aquéllas se ejecutan bajo su "inmediata dirección facultativa según planos y memorias", por lo que José López Sallaberry, Arquitecto Inspector de la Reforma Urbana, propuso el 3 de mayo siguiente "la suspensión de los trabajos entre tanto se solicita la correspondiente licencia", que fue pedida por el propietario dos días más tarde, en coincidencia con la paralización de los mismos. Y aunque el proyecto presentado recibió la aprobación de Sallaberry, la Junta Consultiva e Inspectora de Teatros impuso el 27 de mayo varios cambios para cumplir la normativa vigente, exigiendo la eliminación del café previsto en planta baja de la primera crujía hacia la Gran Vía "con el fin de dar salida directa y sin obstáculo a los espectadores", la modificación de los camerinos de artistas para que tuviesen "ventilación y luz directa", la instalación en cada piso de retretes y urinarios "en número suficiente", y la ampliación de los pasillos del patio de butacas.
Quadra Salcedo presentó nuevos planos modificados el 14 de junio, otorgándose la licencia definitiva el 20 de agosto de 1927. Terminados los trabajos, el "Cinema Avenida", con un aforo de 1.638 espectadores, se inauguró el 29 de septiembre de 1928 con la película muda El ángel de la calle (Street Angel), dirigida por Frank Borzage ese mismo año.
El edificio construido muestra la influencia del contiguo Palacio de la Música, aunque sin alcanzar su extraordinaria calidad. Así, la planta rectangular se organiza según una misma secuencia vestíbulo sala escenario, dispuesta a lo largo de un eje perpendicular a la fachada a la Gran Vía, que puede describirse casi como un remedo de la de aquél; con un basamento que utiliza columnas jónicas de mármol para enmarcar los tres vanos de entrada al soportal, separados por machones almohadillados de aspecto granítico, que en los extremos se prolongan hasta alcanzar el cuerpo de coronación, enmarcando un cuerpo principal concebido como un gran paño de color ladrillo sobre el que se dibujan parejas de estilizadas lesenas jónicas que flanquean los huecos de luces enlazados en bandas mediante un recercado resaltado; coronándose el conjunto por un ático ritmado por parejas de ménsulas en correspondencia con las pilastras descritas que enmarcan hornacinas y soportan la cornisa de remate; figurando grabado en la esquina redondeada del zócalo el nombre de su autor: "M Q SALCEDO / ARQUITECTO".
Mayor interés presentaba el vestíbulo principal, al que se accedía por un vano flanqueado por columnas jónicas pareadas similares a las de la fachada , que se abría a un espacio de doble altura del que arrancaban dos escaleras simétricas de tiro recto que conducían al primer anfiteatro, enmarcándose el paso a la sala por otras columnas similares a las citadas pero de escala colosal; debiendo destacarse la calidad de los materiales empleados, como los mármoles que revisten fustes y paramentos, o los espejos grabados que recubren el techo, en los que se reflejan las arañas de cristal.
En cuanto a la sala, aunque el edificio se planteó ya como cinematógrafo también se preveía su uso como teatro "de frivolidades y varietés nacionales y extranjeras", combinando el sistema de anfiteatros propio de un cine con la característica embocadura escénica, que en este caso se presenta como un vano adintelado cerrado por el pertinente telón y rodeado por un arco carpanel abocinado, flanqueado a ambos lados por sendos grupos de cuatro columnas corintias con sus respectivos entablamentos, sobre los que voltea un nuevo arco abocinado en correspondencia con el anterior; revistiéndose el conjunto con una decoración que a estas alturas ya resultaba anticuada en comparación con la que ofrecían las salas rivales vecinas, como el Palacio de la Música o el cine Callao; por lo que no resulta sorprendente que sólo cuatro años después se plantease su reforma según un proyecto firmado en septiembre de 1932 por el arquitecto Luis Fernández Urosa, que preveía ampliar la escena mediante la construcción de una falsa embocadura metálica avanzada hacia el patio de butacas y revestida por una triple moldura de escayola con "cintas de luz a tres colores", al tiempo que se decoraban con tubos de neón el peto del anfiteatro y el techo de la sala. Por último, la sala de fiestas subterránea también seguía el ejemplo de su homóloga en el Palacio de la Música, con los vestíbulos de acceso situados bajo sus equivalentes del piso superior y la pista de baile debajo del patio de butacas; destinándose el fondo el solar para la maquinaria y los servicios del escenario.
Tras la Guerra Civil la sala de fiestas del sótano se reabrió bajo el nombre de Pasapoga, tras una remodelación según proyecto de 1941 firmado por el arquitecto Enrique Simonet Castro, que también modificó el pórtico del cine al año siguiente, y nuevamente Pasapoga en 1953.
Nueve años después, en 1962, fue el propio cine el que sufrió una profunda remodelación según proyecto del arquitecto Manuel Herrero Palacios, que alteró la traza de las escaleras de subida al anfiteatro, añadiendo un rellano intermedio de giro que las hacía desembocar en el primer vestíbulo, mejorando tanto el acceso a aquél como el paso hacia el patio de butacas, sin modificar su decoración original. En cambio, ésta fue eliminada en la sala de proyección, cuyo aspecto final se confió al decorador y mueblista Rafael García, que la embelleció con un friso pintado al fresco con "una temática de ballet" sobre el escenario, flanqueado por unas cadenas de lámparas decorativas que pueden considerarse como una versión actualizada de las columnas de candilejas del vecino Palacio de la Música; además, también renovó todas las butacas, instalando las que producía su propia firma con la "pata de gallina" diseñada dos años antes por el arquitecto Miguel Fisac.
En 1993 se encargó a los arquitectos Ignacio y Eduardo Barceló de Torres un Plan Especial de Protección, que bajo ese título escondía en realidad el objetivo de reconvertir el edificio en un centro comercial, y que fue desechado ante la oposición municipal a admitir el cambio de uso; por lo que en 1998 se decidió su división en varias salas siguiendo un proyecto de los arquitectos Pía López-Izquierdo Botín y Enrique López-Izquierdo Camino que ya en 1983 había realizado una operación similar en el teatro que ocupaba el sótano del Palacio de la Música.
Finalmente, en 2009 fue convertido en una tienda más de la cadena de modas sueca H&M tras una modificación de la normativa municipal antedicha que ha propiciado el cierre en serie de las antiguas salas de cine de la Gran Vía, pasando de las trece activas en 2000 a sólo tres una década después. Y como era de esperar, aunque la protección de que goza el edificio en el Plan General ha permitido salvar la fachada y la decoración de los vestíbulos, la sala de exhibición ha sido reconvertida en un espacio comercial sin mayor interés.