Este inmueble ocupa parte del solar donde según Mesonero Romanos pudo haber nacido el escritor Agustín Moreto en 1618, por alzarse en él la mejor de las ocho pequeñas casas que su padre poseía en la misma manzana, y que sería, por tanto, su residencia.
Se trata del primer edificio terminado en la Gran Vía, pues venía a sustituir al antiguo Hotel de Roma situado en la acera de enfrente, suntuoso edificio diseñado como palacio de Anglada y después reconvertido en hotel de viajeros, que no podía derribarse hasta que éste estuviera ultimado.
La obra la promovía la Sociedad Inmobiliaria de la Villa de Madrid, creada por el concesionario francés de la reforma de la Gran Vía para hacerse cargo directamente de la construcción de todos los edificios previstos siguiendo diseños de arquitectos franceses, por lo que el proyecto original fue encargado a Paul Ernest Sanson, y debe corresponderse con el dibujo en perspectiva publicado el 30 de abril de 1911 en la revista La Construcción Moderna, donde se remarca que el nuevo edificio contará con "135 habitaciones con sus correspondientes salas de baños, calefacción central, un magnífico hall, sala de fiestas, smoking room, salón para señoras, bar, biblioteca, etc., ascensores eléctricos y un trottoir roulante para la subida de equipajes".
Sin embargo, el diseño definitivo fue realizado por el arquitecto español Eduardo Reynals Toledo, que firma los planos en mayo de 1913, sobre la plantilla marcada por el francés. Este nuevo proyecto ocupaba el sótano con la cocina, cámaras frigoríficas, bodegas, despensa y almacenes, comedor de empleados, depósito de equipajes, caja de valores, sala de caldera y carbonera, e incluso "un pequeño taller de reparaciones y útiles"; la planta baja incluía el vestíbulo de acceso delimitado por la recepción con su maletero, y las oficinas de la agencia turística Cook, un gran hall distribuidor con montera acristalada del que arrancaba la escalera principal, salón de lectura, peluquería, y restaurante con office; mientras que en los cinco pisos superiores se distribuían las habitaciones de viajeros todavía con baños, retretes y lavabos comunes, aunque algunas orientadas hacia las calles Clavel y Gran Vía ya tenían servicios individuales , destinándose el privilegiado salón de esquina a recibir a las visitas; por último, el sotabanco de la azotea acogía las habitaciones del dueño y la servidumbre.
Al exterior, las fachadas sobrias y elegantes , presentaban la distribución canónica habitual, con un basamento almohadillado de doble altura delimitado por los balcones corridos del piso principal ritmado por ventanas coronadas alternamente por frontones curvos , dos pisos lisos, y un ático de remate encerrado entre una línea de imposta inferior y una potente cornisa volada sostenida por ménsulas; confiándose la imagen más representativa a un columnado torreón de esquina coronado por una cúpula sobre la que campearía una reproducción en bronce de la loba capitolina; aunque durante la ejecución de las obras dirigidas por Felipe de Sala Blanco, que el 15 de agosto de 1915 firmó el certificado de finalización esta torre esquinera fue sustituida por una gran cartela con el nombre del hotel, coronada por un frontón partido con una guirnalda sobre la que campeaba un pedestal con la estatua citada.
La inauguración, que contó con la presencia de Alfonso XIII, tuvo lugar el 3 de octubre siguiente: debiendo reseñarse que el amueblamiento, que inicialmente iba a ser confiado a la parisina casa Drouard, recayó finalmente en la firma madrileña Manuel López, mientras que los "stores, cortinajes, alfombras, aparatos de luz y visillos" fueron suministrados por Rafael Rodríguez Hermanos, que sólo dos años más tarde instalaría su local en la acera opuesta de la Gran Vía.
Algo después se eliminaron las salas de visita de los pisos superiores, pues la guía Hoteles de España de 1931-1932, editada por el Patronato Oficial de Turismo, recuenta 110 habitaciones, veinticinco menos de las inicialmente previstas pero tres más de las contabilizadas en los planos.
Tras la Guerra Civil el edificio pasó a convertirse en la sede del Banco Ibérico, sufriendo entre 1946 y 1955 diversas intervenciones a cargo del arquitecto Manuel Cabanyes Mata, que implicaron la reforma total del inmueble, mientras que en 1966 Luis Peral Buesa transformó la fachada, desnudándola de muchos de sus elementos decorativos.
Paradójicamente, aunque en los últimos años muchos edificios residenciales de esta avenida han sido destinados a uso hotelero, este antiguo hotel se ha mantenido como edificio de oficinas, siendo reformado nuevamente en 2001 por la arquitecto Juana Ramos Pérez para acoger la Consejería de Justicia de la Comunidad de Madrid. Como consecuencia, es uno de los edificios más transformados de la Gran Vía, pues no sólo ha perdido muchos de los elementos del remate como los semifrontones avolutados que enmarcaban la base del pedestal de remate, o la característica loba romana en bronce que lo coronaba, así como las inscripciones "S.P.Q.R." y la fecha "MCMXV" junto con el rótulo "HOTEL DE ROMA" , sino que han desaparecido también los frontones curvos que se alternaban sobre las ventanas del piso principal (aunque afortunadamente se conserva el de la primera ventana de la calle de la Reina, que permitiría reproducir los desaparecidos en Clavel y Gran Vía), así como las ménsulas de apoyo del balcón corrido de esta misma planta, extendiéndose las reformas hasta el piso bajo, donde la apertura en la esquina de una nueva entrada, enmarcada por una débil decoración de pilastras jónicas, implicó la desaparición parcial del poderoso almohadillado del basamento y el cierre de la antigua puerta principal, con la consiguiente eliminación de la bellísima marquesina de forja y cristal que la protegía.