Patrimonio cultural y paisaje urbano

La Puerta de la Ilustración, concebida por el escultor Andreu Alfaro (Valencia 1929) y premiada por el Ayuntamiento de Madrid (Premio de Urbanismo, Arquitectura y Obra Pública, 1990), es uno de los monumentos urbanos de la ciudad que, alzándose junto a la emblemática manzana de "La Vaguada" y el conocido centro comercial diseñado por el artista canario César Manrique, más indisolublemente se encuentra ligado al origen y desarrollo del proyecto de una gran arteria situada en el borde occidental madrileño, la avenida de la Ilustración. Tan notable obra pública, a la que se vincula genéticamente la puerta, tuvo una complicadísima y dificultosa realización técnica y puesta en obra que duró varios meses del 1990 y fue realizada por el "Grupo Cuñado". La puerta fue fruto de un necesario y ambicioso macro proyecto de infraestructura vial con vocación de sutura urbana, tan laureado como controvertido. Promovido por la Corporación Municipal con el fin de resolver el cierre del primer anillo de circunvalación de la capital, M-30, en su tramo noroeste, acción ya contemplada en el Plan General de Ordenación Urbana de 1963, recogida después en el Proyecto de Red Arterial de 1972 y que el Plan General de 1985 plantearía como uno de sus grandes objetivos infraestructurales operativos: la búsqueda de un "cierre de malla" de amplio espectro territorial en la trama urbana noroeste, fue definitivamente un proyecto integrador que, en el mismo año 1985, corrió a cargo de los ingenieros José Antonio Fernández-Ordóñez, Julio Martínez Calzón y Pedro Puig-Pey, y de los arquitectos Jerónimo Junquera y Estanislao Pérez-Pita, al frente de un equipo multidisciplinar en el que colaboraban Antonio López y Juan Benet. Erigida en 1990, la monumental puerta, etérea y casi inmaterial, arco de triunfo de la modernidad, conmemora simbólicamente el encuentro entre la ciudad contemporánea, traspasada por redes viales de tráfico rápido, y el logro de la necesaria connivencia con las vivencias cotidianas de los ciudadanos, además de ser una fórmula de articulación de ámbitos territoriales urbanos de gran escala, previamente inconexos y desarticulados, y con vocación de ser, en palabras de su insigne escultor, "una plaza-escultura", el "nuevo símbolo de Madrid". Tan singular puerta, popularmente conocida como "Los Arcos", además de vincularse a la gran obra de la Vía de la Ilustración, había de formar parte de un grupo de esculturas situadas en otros puntos estratégicos de la red viaria, obras frustradas que hubieran sido diseñadas (y algunas lo fueron) por varios de los mejores artistas de los años ochenta, como Antonio López, Eduardo Chillida, Miquel Navarro, Susana Solano, Isamu Noguchi, Claes Oldenburg, Pablo Palazuelo o el ingeniero y escritor Juan Benet, quienes debían de haber hecho cierta la vocación excepcional de la larguísima avenida como parque lineal urbano, auténtica "gran avenida ilustrada". En tal escenario de atalaya y vigía urbana, la Puerta de la Ilustración enriquece desde las últimas décadas el rico patrimonio de lo que genéricamente se reconoce como "arte urbano" madrileño, que asume una nueva visión del "monumento ornamental" de la ciudad, superando su rancia pero entrañable labor decorativista, bien reputada por la tradición histórica de la urbe, y proponiendo un rol integrador en el contexto global de las nuevas estrategias cívicas madrileñas. Será también un nuevo marco del escenario y el paisaje urbano en donde Andreu Alfaro inscribe su presencia con diversas obras en variadas y complicadas implicaciones con la ciudad y siempre en continuo compromiso con ella; a este respecto, resulta oportuno destacar aquí otra obra planteada asimismo con tubos de acero, en la plástica simbólica entre la abstracción y la figuración: las dos esculturas ubicadas en ambos flancos del Intercambiador de Aluche (distrito de Latina), realización híbrida entre la entidad de escultura y la consagrada herencia de las fuentes urbanas ornamentales.