Patrimonio cultural y paisaje urbano

En 1953 la Dirección General de Colonización, dependiente del Ministerio de Agricultura, convocó un concurso nacional para realizar la estatua de San Isidro Labrador –santo patrono de los agricultores y de Madrid- que debía decorar el patio de su nueva sede en el paseo de la Castellana, construida según un ambicioso proyecto del arquitecto José Tamés Alarcón, firmado en 1948, que incorporaba otras muchas piezas artísticas, como los cuatro altorrelieves de Ángel Ferrant sobre la puerta de entrada o los nueve bajorrelieves de Eduardo Carretero que decoran las fachadas; sin contar los dos bajorrelieves de Amadeo Gabino en el vestíbulo, el Mapa de España de José Lapayese que preside la Sala de Consejos, ni las pinturas murales ejecutadas por Manuel Ribera directamente sobre el placado de piedra caliza de la escalera de Direción. El ganador para San Isidro resultó ser el escultor granadino –de Guajar Faraguit- Antonio Cano Correa, cuya obra se instaló al tiempo de finalizar el edificio, en 1956, sobre un pedestal en la terraza volada sobre el patio, con vistas desde el vestíbulo de acceso, pero mirando hacia la entrada de vehículos por la calle de Joaquín Costa.
Antonio Cano se formó primero en el taller de imaginería granadino del escultor Navas Parejo y a partir de 1923 en el barcelonés de Casa Rius, antes de entrar en el Escuela de Artes y Oficios, donde conoció al escultor Ángel Ferrant. En 1932 se trasladó a Madrid, donde hizo sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, para viajar después de la guerra con sendas becas a París y Roma. En 1955 fue nombrado académico de Bellas Artes de San Fernando, y en 1962 académico de Bellas Artes en Granada, ciudad en la que finalmente fijó su residencia.