Patrimonio cultural y paisaje urbano

El cementerio de la Florida es el más antiguo de Madrid; fue construido en 1796 como camposanto de la Real Parroquia de San Antonio de Padua de la Florida y estuvo destinado a los trabajadores de la Real Posesión de La Florida, pero adquirió una especial significación al utilizarse como lugar de enterramiento para cuarenta y tres patriotas fusilados por los franceses contra las tapias de la montaña del Príncipe Pío la noche del 2 de mayo de 1808, por lo que terminó cerrándose para dedicarlo en exclusiva al culto de dichas víctimas.
Su traza puede verse por vez primera en el del Plan Castro de 1859, donde se representa como un recinto cuadrangular, al que se añadió posteriormente en su parte trasera una capilla, que ya aparece en el mapa de Ibáñez de Ibero de 1872. En su cripta se depositó una urna con las cenizas de las víctimas exhumadas de su fosa original, hecho que se conmemoró con una inscripción en la que figuran los nombre de las que pudieron ser identificadas.
Esa lápida debió instalarse en la restauración que hizo del edificio el arquitecto Vicente Baztán en 1959, y se realizó con letras de latón clavadas directamente sobre el muro, que fueron sustituidas numerosas veces, pues los datos que se iban obteniendo en las distintas investigaciones sobre las víctimas hacían variar los nombres y retirar a personajes como Clara del Rey, que fue inhumada en el cementerio de la Buena Dicha, o Juan Manuel Vázquez Afán de Ribera, e incorporar otros nuevos.
En 2008, se ha sustituido esa lápida por otra de mármol en la que se han incorporado diversas correcciones. Las víctimas fueron escogidas por sorteo de los encerrados en los "depósitos" de detenidos de Chamartín, de la Puerta de Santa Bárbara donde se había recluido a los dependientes del Resguardo del Portillo de Recoletos y del cercano cuartel de San Gil; y según el libro de entierros de la parroquia, de los cuarenta y tres "difuntos que fueron hallados en un hoyo de la montaña" sólo pudieron identificarse en aquel momento a Manuel Antolín y Ferrer, feligrés de San Antonio de la Florida de veintiún años y soltero, y hermano del jardinero Santos, que lo era del Real Sitio de la Florida, y nacido en el Buen Retiro; Francisco Gallego Dávila, presbítero natural de Valdemoro, sacristán 2º del madrileño convento de la Encarnación que fue detenido por habérsele hallado una espada; Juan Antonio Serapio Lorenzo, empleado del Resguardo y soltero; Domingo Braña Calvin, asturiano casado y con dos hijos, que trabajaba como mozo del tabaco en la Real Aduana de Madrid y estuvo luchando en la defensa del Hospital de Corte, siendo detenido por los franceses al hallarle un sable en su poder; Rafael Canedo, casado y natural del Bierzo; Antonio Mazías de Gamazo, viudo de sesenta y seis años de edad natural de Pedrosa del Rey y con domicilio en el piso segundo de la calle de Toledo número 12 esquina a la del Burro; Antonio Zambrano y Zambrano, leonés natural de Vecilla casado y con dos niñas, que trabajaba de albañil en las obras de la iglesia de Santiago y tenía domicilio en el número 6 de la calle San José; y Martín de Ruicavado, cantero del Real Sitio de la Florida. A éstos, la lápida conmemorativa en la cripta de la capilla añade los nombres de Bernardo Morales, cerrajero que estuvo defendiendo el Parque de Artillería de Monteleón; Domingo Méndez, soltero y albañil en la Iglesia de Santiago, donde fue hecho prisionero; Fernando de Madrid, casado y oficial de carpintería en las obras de la Iglesia de Santiago, donde fue apresado; Francisco Bermúdez López de Labiano, casado y ayuda de cámara del rey Carlos IV en Palacio, que estuvo luchando en la calle de San Bernardo donde tenía su domicilio, hasta que fue detenido; Francisco Escobar Molina, maestro de coches y casado; Francisco Sánchez Navarro, casado, escribano real y receptor de los Reales Consejos; José Amador, peón de albañil, casado, que estaba trabajando en la obra de Santiago; José Lonet Riesgo, tendero de aceites y vinagres en la plazuela de Santo Domingo, casado y con un niño, que fue hecho prisionero luchando en la calle de la Inquisición (hoy de Isabel la Católica);. Juan Antonio Martínez del Álamo, soltero y dependiente de Rentas Reales; Lorenzo Domínguez, guarnicionero con tienda en la plaza de Matute, que participó en las luchas que tuvieron lugar alrededor de la Plaza Mayor; Manuel García, soldado del Regimiento de Voluntarios del Estado, casado y con tres niños pequeños, que estuvo luchando en la defensa del Parque de Artillería de Monteleón bajo las órdenes del Teniente Ruiz, y fue sacado de su domicilio y llevado al lugar de su ejecución. Posteriormente se han identificado otros fusilados cuyos nombres figuran en la nueva versión de la lápida, como Juan Antonio Alises, palafrenero de Su Majestad al servicio del Infante don Carlos, casado y con dos hijos; Miguel Gómez de Morales, que participó en la lucha frente al Palacio Real; Antonio Martínez, dependiente del Resguardo del Estado; Julian Tejedor de la Torre, artífice platero con tienda en la calle Atocha, que fue detenido por encontrársele una pistola y dejó a su madre, tres niños menores y un hermano; Gabriel López, visto fusilar por su compañero de prisión Juan Suárez, que pudo fugarse; Anselmo Ramírez de Arellano, ministro montado del Resguardo de Madrid, natural de Daimiel y casado, que servía en el Portillo de Recoletos; José Rodríguez, dueño de la botillería de la Carrera de San Jerónimo; y Antonio Méndez Villamil, Manuel Rubio y José Reyes Magro, que fueron fusilados en la Montaña de Príncipe Pío, según el testimonio del trabajador de la obra de Santiago, Jacinto Candamo.
En la versión anterior de esta lápida se especificaba: Sin contar "otros 24 mas fusilados y enterrados en la madrugada del 3 de mayo de 1808", y se añadieron a Don Fausto Zapata, "cadete de las Reales Guardias Españolas" de tan sólo 13 años de edad; a Esteban Santirso, que figuraba en el último lugar de la lápida, o a Domingo Riaña, casado, que vivía en la Parroquia de Santa Cruz, habiéndose suprimido recientemente tanto la alusión a los "Otros 24..." , como estos otros nombres, tras las investigaciones del historiador Luis Miguel Aparisi Laporta, que ha dedicado un enorme trabajo a esclarecer los hechos en torno a este camposanto.